SOBRE ESTA PIEDRA EDIFICARÉ
Testigo soy de ti, tierra en los ojos,
patria aprendida, línea de mis párpados,
lóbrega letra que le entró con sangre
y la caligrafía de mis labios.
Y digo el gesto tuyo, doy detalles
del rostro, los regalo
amargamente al viento en estas hojas.
Oh piedra hendida. Tú. Piedra de escándalo.
Retrocedida España,
agua sin vaso, cuando hay agua; vaso
sin agua, cuando hay sed. "Dios, qué buen
vassallo,
si oviesse buen..."
Silencio.
Blas de Otero
MONSTRUOS
Todos los días rezo esta oración
al levantarme:
Oh Dios,
no me atormentes más.
Dime qué significan
estos espantos que me rodean.
Cercado estoy de monstruos
que mudamente me preguntan,
igual, igual, que yo les interrogo a ellos.
Que tal vez te preguntan,
lo mismo que yo en vano perturbo
el silencio de tu invariable noche
con mi desgarradora interrogación.
Bajo la penumbra de las estrellas
y bajo la terrible tiniebla de la luz solar,
me acechan ojos enemigos,
formas grotescas que me vigilan,
colores hirientes lazos me están tendiendo:
¡son monstruos,
estoy cercado de monstruos!
No me devoran.
Devoran mi reposo anhelado,
me hacen ser una angustia que se desarrolla a sí misma,
me hacen hombre,
monstruo entre monstruos.
No, ninguno tan horrible
como este Dámaso frenético,
como este amarillo ciempiés que hacia ti clama con todos sus tentáculos enloquecidos,
como esta bestia inmediata
transfundida en una angustia fluyente;
no, ninguno tan monstruoso
como esa alimaña que brama hacia ti,
como esa desgarrada incógnita
que ahora te increpa con gemidos articulados,
que ahora te dice:
«Oh Dios,
no me atormentes más,
dime qué significan
estos monstruos que me rodean
y este espanto íntimo que hacia ti gime en la noche.»
Dámaso Alonso
A UNA DAMA MUY JOVEN, SEPARADA
En un año que has estado
casada, pechos hermosos,
amargas encontraste
las flores del matrimonio.
Y una buena mañana
la dulce libertad
elegiste impaciente,
como un escolar.
Hoy vestida de corsario
en los bares se te ve
con seis amantes por banda
-Isabel, niña Isabel-,
sobre un taburete erguida,
radiante, despeinada
por un viento sólo tuyo,
presidiendo la farra.
De quién, al fin de una noche,
no te habrás enamorado
por quererte enamorar!
Y todo me lo han contado.
¿No has aprendido, inocente,
que en tercera persona
los bellos sentimientos
son historias peligrosas?
Que la sinceridad
con que te has entregado
no la comprenden ellos,
niña Isabel. Ten cuidado.
Porque estamos en España.
Porque son uno y lo mismo
los memos de tus amantes,
el bestia de tu marido.
Jaime Gil de Biedma
1.1. Formula el tema y redacta un breve resumen (de no más de cinco líneas) de cada uno de los textos.
patria aprendida, línea de mis párpados,
lóbrega letra que le entró con sangre
y la caligrafía de mis labios.
del rostro, los regalo
amargamente al viento en estas hojas.
Oh piedra hendida. Tú. Piedra de escándalo.
agua sin vaso, cuando hay agua; vaso
sin agua, cuando hay sed. "Dios, qué buen
vassallo,
si oviesse buen..."
Silencio.
al levantarme:
no me atormentes más.
Dime qué significan
estos espantos que me rodean.
Cercado estoy de monstruos
que mudamente me preguntan,
igual, igual, que yo les interrogo a ellos.
Que tal vez te preguntan,
lo mismo que yo en vano perturbo
el silencio de tu invariable noche
con mi desgarradora interrogación.
Bajo la penumbra de las estrellas
y bajo la terrible tiniebla de la luz solar,
me acechan ojos enemigos,
formas grotescas que me vigilan,
colores hirientes lazos me están tendiendo:
¡son monstruos,
estoy cercado de monstruos!
Devoran mi reposo anhelado,
me hacen ser una angustia que se desarrolla a sí misma,
me hacen hombre,
monstruo entre monstruos.
como este Dámaso frenético,
como este amarillo ciempiés que hacia ti clama con todos sus tentáculos enloquecidos,
como esta bestia inmediata
transfundida en una angustia fluyente;
no, ninguno tan monstruoso
como esa alimaña que brama hacia ti,
como esa desgarrada incógnita
que ahora te increpa con gemidos articulados,
que ahora te dice:
«Oh Dios,
no me atormentes más,
dime qué significan
estos monstruos que me rodean
y este espanto íntimo que hacia ti gime en la noche.»
casada, pechos hermosos,
amargas encontraste
las flores del matrimonio.
la dulce libertad
elegiste impaciente,
como un escolar.
en los bares se te ve
con seis amantes por banda
-Isabel, niña Isabel-,
radiante, despeinada
por un viento sólo tuyo,
presidiendo la farra.
no te habrás enamorado
por quererte enamorar!
Y todo me lo han contado.
que en tercera persona
los bellos sentimientos
son historias peligrosas?
con que te has entregado
no la comprenden ellos,
niña Isabel. Ten cuidado.
Porque son uno y lo mismo
los memos de tus amantes,
el bestia de tu marido.