Dulcinea del Toboso: este personaje femenino, su bien no aparece nunca directamente en la novela, constituye el motor de la misión caballeresca de don Quijote. Dulcinea es “su dama”, es decir, aquella mujer de encumbrada posición que los caballeros elegían como amante idealizada para ofrenderle todas sus hazañas. Sin embargo, Dulcinea es sólo una llamada Aldonza Lorenzo.
La amada del Quijote encierra en él dos caras: la de Aldonza Lorenzo, la moza aldeana, y la de la doncella idealizada en la cual fue convertida por don Quijote. La cual tine dos ''visiones'' distintas:
Don Quijote describe a Dulcinea de una forma totalmente idealizada empezando por el nombre. Le cambió el nombre de Aldonza Lorenzo y, cambió con él la personalidad de la moza. Desapareció de Aldonza la rudeza y dio paso a la princesa lejana, compañera caballero, la belleza y el ideal de Dulcinea del Toboso. Esta visión idealizada se puede ver claramente en el capitulo XIII cuando don Quijote se topa con unos pastores y les habla sobre su amada.
La descripción de Sancho nos revela una moza de “pelo en pecho”, varonil, de voz potente, tostada por el sol, fornida y morena por el contacto con la naturaleza y el trabajo del campo (el tipo de mujer admirado por el escudero, más cercano a una campesina marimacha que a una doncella). Pareciera ser la imagen de la anti-cortesanía y la anti-caballería andante, una descripción que contrasta fuertemente con el ideal planteado por el “caballero de la triste figura”.
Don Quijote, al igual que a lo largo de toda la obra, esta cegado por su locura y esto lo lleva a imaginar una Dulcinea que no es.
