San Juan Teotihuacan es un municipio del Estado de México, perteneciente a la Zona Metropolitana de la Ciudad de México
eotihuacan alcanzó un significado tal en su época de esplendor que era considerada un imperio, cuya influencia es evidente en otras ciudades prehispánicas ubicadas en el valle de Oaxaca, Veracruz e incluso en Centroamérica. Se cree que la magnificencia de la urbe provocaba que llegaran, mes con mes, un sinfín de peregrinos que iban con el único fin de estar más cerca de las deidades para ser escuchados.
A partir de las excavaciones realizadas en 2002, en la Pirámide de la Luna, se confirmó que los teotihuacanos tenían nexos con los mayas, tras descubrir un enterramiento que conservaba varios objetos y artefactos de jade, cuyo yacimiento más cercano se encuentra en el valle de Motagua, en Guatemala; los objetos realizados con esta piedra, eran sólo utilizados por gobernantes o miembros de familias reales en las sociedades mayas. Anteriormente, se habían encontrado enterramientos en lugares mayas que sugerían alguna relación con visitantes de Teotihuacan. Ambos grupos colaboraron uno con otro en cuestiones comerciales y de política1.
Arqueólogos, historiadores y antropólogos han formulado diversas hipótesis para explicar la decadencia y abandono del sitio, alrededor del 700 de N.E.; entre ellas, la más aceptada afirma que los teotihuacanos terminaron con los recursos naturales, erosionaron el suelo que dejó de ser útil para la agricultura y acabaron con el agua; el lugar, de fértil, se transformó en desértico. Así en el siglo VIII la población se diseminó por el centro del país y aún más allá, pues algunos llegaron hasta los territorios que hoy ocupan El Salvador y Nicaragua.
Quizá sin proponérselo, el orden, la belleza y la monumentalidad de Teotihuacan la hicieron trascender en el tiempo; cuando seiscientos años después de su decadencia, en el siglo XIV, los aztecas la descubrieron y le dieron el nombre que hasta hoy conserva —y que significa “el lugar donde se reúnen los dioses”—, maravillados por la grandeza del sitio —que pensaron edificado por gigantes—, crearon uno de los mitos más importantes de su cosmogonía: ubicaron allí la reunión de los dioses que tuvo como fin asegurar la creación del Universo y, con ello del mundo, el Sol y la Luna.
En la Colonia la ciudad sagrada fue llamada por los franciscanos —orden encargada de evangelizar la zona— San Juan Teotihuacan y, a finales del siglo XVI, le fue encomendada a Francisco de Verdugo Bazán. En 1905 comenzaron las excavaciones y reconstrucción del sitio; posteriormente, se reanudaron de 1917 a 1922 —en ese periodo el pintor Francisco Goitia realizó una notable pintura de la Pirámide del Sol de Teotihuacan— y, nuevamente en 1950. En 1962 el Instituto Nacional de Antropología e Historia implementó el “Proyecto de Teotihuacan” que finalizó dos años más tarde, en esa etapa se rescataron la gran Plaza de la Pirámide del Sol y el complejo Palacio de Quetzalpapálotl, la Avenida de los Muertos y la Plaza de la Pirámide de la Luna.
