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Sagot :
LA CRISIS LIBERAL DE 1923
Cuando Víctor Manuel Rendón Pérez regresó a Guayaquil en 1920, después de servir al país al frente del consulado General en París, como Jefe de la Misión Especial ante el Rey Alfonso XIII de España y en calidad de miembro de la II Corte Internacional de La Haya, numerosos intelectuales sé dieron cita en el barco para presentarle sus respetos y brindarle una calurosa bienvenida. Entonces el viejo diplomático les recitó un poemita suyo compuesto para la ocasión, que sin embargo causó desasosiego y comenzaba así: VENGO A GUAYAQUIL.- Vengo a Guayaquil/a vestirme de dril/a comer perejil ...I y de allí le resultó el apodo de «Perejil» con que se le conoció desde entonces y su fama de poeta bucólico que gustaba de cantar endechas a nuestros campos y en general a los carmenes floridos del Litoral. Para colmos, un chusco también puso su granito de arena y le sacó estos malos versos: A Perejil. De Samborondón las ollas/de Daule los aguacates/y de perejil/ los disparates...
Y pasaron los días y una tarde que don Víctor Manuel estaba en la suite que alquilaba en el «Gran Hotel», fue visitado por el Presidente electo Dr. José Luis Tamayo, quien le propuso el Ministerio de Relaciones Exteriores, para agosto, que se posesionaría en Quito. Rendón agradeció la deferencia, pero no dijo ni que si, ni que no porque su salud estaba algo delicada y en éstas se estuvo hasta que pocos días antes de que Tamayo inauguraró su período, le mando su excusa. Por esta razón Tamayo tuvo que nombrar un Canciller de apuro en la persona del Dr. Nicolás Clemente Ponce, que aceptó encantado y de inmediato se entregó en manos del Arzobispo de Quito, el inteligentísimo Dr. Manuel María Pólit, convertido de la noche a la mañana en «el poder tras el trono», pues hasta los palanqueadores tenían que visitarlo primero para poder conseguir algo en ese ministerio.
Esta situación causaba repugnancia en el partido Liberal que por primera vez veía disminuidos sus derechos y a ésto se sumó el incidente promovido por el Diputado de Esmeraldas, coronel Pedro Concha Torres, quién denunció al país lo que consideraba un crimen de lesa patria, es decir, la designación del Dr. Alberto Muñoz Vernaza como Ministro Juez de la Corte Superior de Justicia del Azuay. Cabe indicar que Muñoz Vernaza había sido Jefe Militar de Cuenca en 1887, durante el fusilamiento del héroe liberal Luis Vargas Torres y al decir de los diputados esmeraldeños sus manos estaban tintas de sangre y como Concha era hermano de Vargas Torres y cuñado del Presidente Tamayo, el asunto tuvo resonancias políticas.
Así las cosas se sucedió la masacre del 15 de Noviembre de 1922 y el gobierno comenzó á tambalearse. Tamayo comprendió lo difícil de su situación y formó un gabinete de concentración llamando a colaborar a numerosos conservadores que habían estado alejados de la política desde hacía más de un cuarto de siglo, propiamente desde el 95. Era, pues, el fin de la era liberal radical y el principio del acercamiento a sus mortales enemigos los conservadores. El Arzobispo batió palmas porque veía acrecentar su poder y los dirigentes del partido de las luces convocaron a una Asamblea que se instaló en el teatro Sucre donde pronunció un vibrante discurso Luis Napoleón Dillon, despertando la indignación de los delegados, que designaron una comisión de notables para que se trasladen al Palacio de Gobierno, con el fin de convencer al Presidente Tamayo de la necesidad de volver al seno del partido, pero las negociaciones no prosperaron y los liberales se fueron a la oposición, acusando a Tamayo de «engreído y tránsfuga»; sin embargo éste se defendió declarando que la formación del «Partido Nacional» era una necesidad de los nuevos tiempos y que todos los ecuatorianos podían formar parte de él y colaborar con su régimen. Demás está decir que muchos lo hicieron y no se crea que por egoístas intereses personales, no señor, lo hicieron por «patriotismo».
Así las cosas la Asamblea Liberal de 1923 aprobó una Declaración de Principios que sirvió de Ideario Político por años. Entre los autores intelectuales de tan importante documento estaba Pío Jaramillo Alvarado, quien adoptó el seudónimo de «Retronio» para abrir fuego contra el régimen desde las páginas del Diario «El Día» de Quito y pronto hizo popular su columna, al punto que constituyóse en el primer opositor del gobierno. 1923 fue un año de terribles luchas políticas y constituyó el principio de la crisis general del partido,
En 1924, la juventud liberal propugnaba un cambio pero los viejos se impusieron y sacaron adelante la candidatura del Dr. Gonzalo S. Córdova quién triunfó casi sin oposición por ser candidato oficial, pero estaba muy cansado, sufría del corazón y se agitaba con gran facilidad, no era ni la sombra de lo que había sido en su juventud, cuando fusil al hombro, había luchado en los campos de batalla por el triunfo del liberalismo. Durante su breve período pasa mucho tiempo en Guayaquil donde el clima le era benigno para su mal cardíaco, evitando casi de continuo permanecer en la altura y finalmente fue derrocado el 9 de julio de 1925 por una revolución de militares jóvenes. Dicen que al serle exigida la renuncia en su despacho contestó «Mientras más conozco a los hombres, más quiero a los animales
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