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Sagot :
El presente trabajo de grupo recoge las principales causas por las cuales se sucede el fenómeno de las migraciones internas dentro de una sociedad, y más puntualmente enfocado al caso de Guatemala. Por diversos factores endógenos y exógenos, las migraciones son generadas principalmente por la idiosincrasia de un pueblo con el anhelo de un futuro mejor para ellos y para sus generaciones venideras.
LOS FLUJOS MIGRATORIOS INTERNACIONALES
Se define como migración al movimiento de la población, es decir el movimiento de personas a través de una frontera específica con la intención de adoptar una nueva residencia. Junto con la fecundidad y la mortalidad, la migración es un componente del cambio poblacional.
Asumido como rasgo esencial —y contempladas diferentes acepciones de términos afines— se define que la emigración es el traslado de un individuo de un país a otro para establecerse a vivir en él, temporal o definitivamente; es un cambio de medio humano, de relación con el entorno social, objetal y subjetivo, a partir del cual se establece una nueva forma de relación de las personas con su hogar y con su país de origen .
Según Aja (2006), los flujos migratorios son resultado de diversos factores que le otorgan un gran dinamismo. Las tendencias demográficas, los conflictos armados, los desastres naturales, las insuficiencias estructurales del desarrollo, las desigualdades de las economías nacionales, las condiciones de pobreza de amplios sectores, la falta de oportunidades laborales y en general, el abismo cada vez mayor entre pobreza y riqueza, estimulan la movilidad de los seres humanos.
En la actualidad, los flujos migratorios alcanzan su mayor volumen en la historia, aunque no la mayor magnitud en relación a los totales poblacionales.
También presentan características que las diferencian de las observadas en periodos anteriores, lo cual ha propiciado una nueva conceptualización del fenómeno, enmarcada en lo que algunos denominan la “nueva era” de las migraciones internacionales.
De esta forma, la realidad migratoria actual es resultado de una gama de cambios que reconfiguraron el mapa de la movilidad poblacional en el mundo, que va a ejercer una influencia duradera en los flujos turísticos futuros.
Este nuevo mapa presenta una fuerte diversificación de rutas y conexiones origen-destino, que da cuenta de una internacionalización de las migraciones y no precisamente de su “globalización”, en sentido estricto, puesto que ésta implicaría —idealmente— tanto una supresión de obstáculos y liberalización de flujos, así como de intercambios de bienes y servicios, conjuntamente con la libertad de circulación de personas.
La migración tiende a concentrarse o, al menos, a ser más visible en dirección sur-norte, debido a las marcadas asimetrías entre los grados de desarrollo de ambos hemisferios. Esto se va a corresponder con los “retornos” en forma de flujos turísticos, generalmente en dirección norte-sur.
En este contexto, las estimaciones realizadas por las Naciones Unidas arrojan que los migrantes internacionales en el mundo alcanzaron en el año 2000, la cifra de 175 millones de personas. Este monto es 2.3 veces el calculado para 1960 (76 millones) y se proyecta que alcanzará alrededor de 230 millones de personas a mediados del presente siglo (UNFPA-IMP, 2004).
Europa y América del Norte experimentaron los mayores incrementos en el monto de inmigrantes durante la década de los noventa. Entre 1990 y 2000, América del Norte incrementó su población de migrantes en un 48 por ciento, mientras que Europa solo mostró un incremento del 8 por ciento, de tal forma que para el 2000 el 60 por ciento de la población de migrantes del mundo residía en los países más desarrollados. Los principales de ellos son Estados Unidos, en donde residían algo más de 38 millones de migrantes, la Federación Rusa y Alemania.
Una característica del actual escenario mundial es que muchos de los migrantes vuelven a sus países como turistas, lo cual constituye un ingreso importante para ambos países. Los de origen (receptores) se benefician por las divisas aportadas por los migrantes , y los de residencia por los gastos que generan los viajes: billetes de avión, compras de regalos para familiares y amigos, entre otros .
Otro factor a estudiar son las llamadas telefónicas. La separación de la familia hace que los migrantes utilicen con mayor frecuencia el teléfono. Dependiendo de quién se haya quedado en el país de origen —padres o hijos— la frecuencia y duración de las llamadas será mayor o menor . Lo mismo ocurre con la duración de la estancia, en los viajes turísticos.
El aumento del número total de llegadas internacionales de turistas ofrece otro punto de comparación. La Organización Mundial de Turismo ha estimado que el número de turistas pasó de 69 millones en 1960 a 454 millones en 1990 (una tasa de crecimiento del 6,3% anual). El número total de movimientos a corto plazo, en este caso para turismo, ha sido bastante superior al de migrantes internacionales captados en los censos. No obstante, mientras que el crecimiento del número de turistas disminuyó (del 8,3% anual en la década de los sesenta al 4% anual en los ochenta), el crecimiento de la población de migrantes se aceleró, pasando de un 1,2% anual en 1965-75 a un 2,6% anual en el quinquenio 1985-1990.
Los datos disponibles de la ronda de censos del 2000 sugieren que esta aceleración continuo significativamente durante los años noventa. Por ejemplo, en los principales países receptores (Australia, Canadá, Estados Unidos y los países de la Unión Europea excepto Francia) el aumento del número de inmigrantes fue superior durante la década de los noventa que durante los ochenta. En Estados Unidos, el número de inmigrantes aumentó a una tasa anual del 3,7% entre 1990 y el 2000, mientras que en la década anterior lo hizo en un 3%.
Es decir, el número de inmigrantes ha crecido y lo ha hecho con más rapidez que la población total. No obstante, el aumento no ha sido tan significativo como la intensificación del comercio de mercancías y servicios o de flujos de capitales, ni se justifica que se hable del final del siglo XX como "la era de las migraciones". En total, sólo el 2,3% de la población mundial vivía fuera de su país de origen, tanto en 1965 como en 1990.
LOS FLUJOS MIGRATORIOS EN LATINOAMERICA Y EL CARIBE
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