Bienvenido a Revelroom.ca, donde tus preguntas son respondidas por especialistas y miembros experimentados de la comunidad. Nuestra plataforma ofrece una experiencia continua para encontrar respuestas precisas de una red de profesionales experimentados. Únete a nuestra plataforma para obtener respuestas fiables a tus interrogantes gracias a una amplia comunidad de expertos.

investigar sobre los  precedentes del movimiento surrealista

Sagot :

Los pintores se encontraron con precedentes en Los caprichos de Goya, en el Bosco y Valdés Leal, aunque los más inmediatos deben buscarse en el movimiento Dada y en Giorgio de Chirico, creador de la pintura metafísica.
Chirico crea un mundo enigmático que es reflejo de la desolación provocada por la guerra, que se percibe inquietante y desolador. En Héctor y Andrómeda, introduce maniquíes, únicos seres capaces de habitar sus plazas desiertas y calles que se sumergen en el infinito. La pintura de Chirico es el principal antecedente del surrealismo.
Precedentes del surrealismo pueden encontrarse en poetas, escritores y artistas de lejanas épocas. El Bosco y Brueghel el viejo, William Blake, los románticos alemanes, Nerval y más cerca de nosotros Antonio Gaulí, el genial arquitecto español, suelen figurar en la nómina de precursores. Según Bretón, la lista de escritores practicantes en alguna manera de lo ahora llamado surrealismo, empezaría con Heráclito e incluiría nombres tan dispares como Switt, Chauteaubriand, Poe, Jarry, Lulio, Arnim, Picasso... Ciertamente: Bosco, Brueghel, Blake, Paolo Uccello y Gaudí, entre los plásticos, y un cierto número de escritores románticos, pero sobre todo Nerval, merecen ser puestos en la línea de avance del surrealismo. 
Al finalizar la guerra «europea», el rumano Tristán Tzara inicia en Zurich el dadaísmo. Dadá pasó a París y conquistó a un grupo de jóvenes: Bretón, Aragón, Eluard, Duchamp, Picabia... La provocación, la hostilidad hacia el acto creador, las actividades puramente destructivas: eso era Dadá. Sus espectáculos son caóticos, estruendosos, infantiles y delirantes; se dirigen precisamente contra los snobs, contra los simpatizantes de las vanguardias poéticas y literarias. El nihilismo y la tomadura de pelo entraban en dosis desiguales (variaban según los casos) en la mixtura propinada a los amateurs parisinos.