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Sagot :
La evidencia arqueológica hoy disponible permite afirmar que nuestra historia comienza hace unos 11.000 años. Hacia esta fecha el país ha salido ya de una de las épocas más frías de la glaciación Wisconsin y se instaura un procesa de mejoramiento climático, que tardará algunos milenios en alcanzar las condiciones actuales. El hombre ocupa el territorio nacional y se expande por la Sierra y la costa modificando paulatinamente el medio ambiente en su beneficio.
Los primeros pobladores practicaban una subsistencia de caza y recolección, formando bandas dispersas con territorios relativamente fijos, aunque con cierta periodicidad debieron juntarse para explotar zonas ricas en recursos y ejercer acciones de cohesión social. La caza recolección como estrategia adaptativa perduró, en términos generales, hasta el tercer milenio antes de Cristo, cuando surgieron las primeras manifestaciones de la agricultura como medio básico de subsistencia.
Este lapso de aproximadamente 6.000 años ha sido denominado por los arqueólogos período lítico o precerámico. A diferencia de Norteamérica, donde ha sido subdividido en paleoindio y arcaico, en razón de la diversidad de recursos explotados y de las estrategias de supervivencia, en la arqueología ecuatoriana permanente aún sin divisiones, fundamentalmente por la escasa investigación realizada sobre las sociedades tempranas del país. En efecto, el registro arqueológico disponible es muy exiguo y la información proporcionada por los sitios hasta hoy descubiertos no permite dar una visión clara del desarrollo cultural en tan largo período.
El poblamiento del Ecuador
El problema del poblamiento inicial del país es bastante complejo, porque se conoce mal la dinamia de las migraciones prehistóricas. Por ahora el registro arqueológico permite afirmar que el poblamiento de nuestro país se hizo por el callejón interandino, acaso con migraciones menores por la Costa y el Oriente. En esta época los glaciares y el páramo se hallaban en franca retirada y el bosque montano cubría las profundidades de los valles interandinos, proporcionando abundantes recursos animales y vegetales. La Costa gozaba de un clima relativamente estable, con una estación seca larga y una estación lluviosa corta, que mantenían una sabana abierta con bosques de galería a lo largo de los ríos, brindando variados recursos, tanto marinos como del interior.
Los seres humanos parecen haber ocupado rápidamente el callejón interandino. La Costa, en cambio habría permanecido largamente deshabitada, a juzgar por la relativa escasez de asentamiento precerámicos descubiertos (excepto los numerosos sitios de la península de Santa Elena) en una región que, comparativamente, es una de las más estudiadas del país. El Oriente habría sido objeto de incursiones esporádicas desde la Sierra, que apenas rozaban la selva tropical. Si hubo alguna migración por la selva, las evidencias no han sido aún descubiertas, por falta de exploraciones sistemáticas de la región.
Restos humanos antiguos
Los vestigios arqueológicos se reducen en su mayoría a conjuntos de artefactos de piedra abandonados en los campamentos prehistóricos. Mas los restos humanos se han revelado esquivos a la pala del arqueólogo. En efecto, las investigaciones han fallado sistemáticamente en encontrarlos en los niveles de ocupación temprana del país. Por otro lado, los pocos especímenes conocidos, a los que se dio gran antigüedad, resultaron, para desilusión de los científicos, demasiado recientes: el famoso cráneo de Punín datado en 4.950 a C.; los cráneos de Paltacalo, atribuidos una edad reciente (tal vez el período de Integración), y en el cráneo de Otavalo, ubicado en el primer milenio antes de Cristo.
De mayor trascendencia para el conocimiento de la población paleoecuatoriana es el hallazgo de los restos de al menos 192 individuos en las excavaciones del sitio OGSE-80 de la cultura Las Vegas, en la península de Santa Elena. Dataciones radiocarbónicas ubican estos restos entre 6.300 y 4.600 a C., constituyendo, por tanto, los vestigios humanos más antiguos del Ecuador.
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