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Sagot :
En 1666 Newton imaginó que la gravedad de la tierra influenciaba la Luna y contrabalanceaba la fuerza centrífuga. Con su ley sobre la fuerza centrífuga y utilizando la tercera ley de Kepler, dedujo las tres leyes fundamentales de la mecánica celeste: Ley de la inercia. Todo cuerpo tiene a mantener su estado de movimiento mientras no actue sobre él otra fuerza externa. Ley fundamental de la dinámica. La fuerza es igual a la masa por aceleración. Ley de la acción y la reacción. A toda fuerza siempre se le opone una reacción de la misma magnitud pero de sentido contrario.
A finales del siglo XVII ya estaba claro que la ciencia de Newton era una construcción estable, aceptada por todos, y Locke había mostrado que la filosofía era fruto de las operaciones del espíritu humano, elaborando las impresiones más sencillas en complejos sistemas de ideas.
Estas dos grandes construcciones, una científica y otra filosófica, habían ganado suficiente aceptación en toda Europa como para convencer a los mejores hombres de que aquel era el camino para ordenar el mundo. En estas dos grandes hazañas el hombre de primeros del siglo XVIII encontró el punto de apoyo para creer en sí mismo. Estas fueron las palancas de la nueva fe.
Ambas empresas trazaban el camino a seguir. La ciencia de Newton mostraba que era posible extender el conocimiento del mundo. La filosofía de Locke mostraba que esta expansión era posible desde las únicas fuerzas humanas. El conocimiento del mundo se basaba en el autoconocimiento del hombre. El hombre, por fin, estaba solo y era responsable de sus obras. Conociendo sus capacidades, podría usarlas de forma responsable, sin llevarlas más allá de sus límites. El hombre producía el orden desde sí mismo.
Estas dos grandes construcciones, una científica y otra filosófica, habían ganado suficiente aceptación en toda Europa como para convencer a los mejores hombres de que aquel era el camino para ordenar el mundo. En estas dos grandes hazañas el hombre de primeros del siglo XVIII encontró el punto de apoyo para creer en sí mismo. Estas fueron las palancas de la nueva fe.
Ambas empresas trazaban el camino a seguir. La ciencia de Newton mostraba que era posible extender el conocimiento del mundo. La filosofía de Locke mostraba que esta expansión era posible desde las únicas fuerzas humanas. El conocimiento del mundo se basaba en el autoconocimiento del hombre. El hombre, por fin, estaba solo y era responsable de sus obras. Conociendo sus capacidades, podría usarlas de forma responsable, sin llevarlas más allá de sus límites. El hombre producía el orden desde sí mismo.
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