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Sagot :
Puiggrós (2003). Qué pasó en la educación argentina. Breve historia desde la conquista hasta el presente. Bs. As. : Galerna, cap 3, pp 39-56 (Resumen para uso interno de la cátedra)
La modernización borbónica no sólo fue insuficiente, sino que llegó cuando ya los latinoamericanos habían empezado a sentirse sujetos independientes.
El ritmo de crecimiento de los países europeos o de EEUU contrastaba con las dificultades de las colonias hispánicas, fragmentadas y dispersas, con dificultades para la circulación de mercancías entre regiones y con el mercado mundial.
Los borbones alternaban la brutal represión contra los indígenas y los más pobres, con concesiones a los más ricos.
Los independentistas como Moreno, Vieytes, Belgrano leían a Montesquieu, Locke, Rousseau … Pero muchos carecían de una convicción profunda respecto a la construcción de un país independiente. El clima era muy diferente al de EEUU, donde el espíritu capitalista protestante proporcionaba los argumentos para consolidar el proceso de acumulación capitalista.
Vieytes inició la difusión de unas lecciones elementales de agriculatura, desde su periódico Semanario de Agricultura, Industria y Comercio .
Belgrano, influido por los fisiócratas ingleses, consideraba que la agricultura era la base de la riqueza.
Cuando la junta le encomendó la creación de escuelas durante su campaña militar, Belgrano redactó un reglamento para las Escuelas del Norte, en el cual se determinaba que las escuelas debían ser estatales, y en su entrada debían fijarse las armas de la Asamblea Constituyente del Año 1813: un ritual de enorme significación, porque distinguía la escuela del Estado con respecto a las parroquiales y de las escuelas del rey que revivían como escuelas de la patria. Junto con la importancia de la educación pública daba importancia a la religión.
En el documento se detallaban calendarios y horarios, actividades, contenidos y días de asueto. Se limitaba el autoritarismo pedagógico colonial, al mismo tiempo que se introducían elementos de control de las conductas que muchas décadas después desarrollarían los positivistas: los niños entrarían a la escuela conducidos por sus maestros, escribirían sólo dos planas por dia, leerían libros, estudiarían la doctrina cristiana, la aritmética y la gramática.
El modelo disciplinario era más avanzado que el colonial; reducía los azotes y los castigos.
Este documento marca una transición entre la modalidad colonial y una educación independiente y progresista. “Al leer el texto se tiene la impresión de que Belgrano hizo tachaduras sobre los viejos reglamentos escolares tradicionales y comenzó a diseñar sobre ellos una nueva idea pedagógica.
La modernización borbónica no sólo fue insuficiente, sino que llegó cuando ya los latinoamericanos habían empezado a sentirse sujetos independientes.
El ritmo de crecimiento de los países europeos o de EEUU contrastaba con las dificultades de las colonias hispánicas, fragmentadas y dispersas, con dificultades para la circulación de mercancías entre regiones y con el mercado mundial.
Los borbones alternaban la brutal represión contra los indígenas y los más pobres, con concesiones a los más ricos.
Los independentistas como Moreno, Vieytes, Belgrano leían a Montesquieu, Locke, Rousseau … Pero muchos carecían de una convicción profunda respecto a la construcción de un país independiente. El clima era muy diferente al de EEUU, donde el espíritu capitalista protestante proporcionaba los argumentos para consolidar el proceso de acumulación capitalista.
Vieytes inició la difusión de unas lecciones elementales de agriculatura, desde su periódico Semanario de Agricultura, Industria y Comercio .
Belgrano, influido por los fisiócratas ingleses, consideraba que la agricultura era la base de la riqueza.
Cuando la junta le encomendó la creación de escuelas durante su campaña militar, Belgrano redactó un reglamento para las Escuelas del Norte, en el cual se determinaba que las escuelas debían ser estatales, y en su entrada debían fijarse las armas de la Asamblea Constituyente del Año 1813: un ritual de enorme significación, porque distinguía la escuela del Estado con respecto a las parroquiales y de las escuelas del rey que revivían como escuelas de la patria. Junto con la importancia de la educación pública daba importancia a la religión.
En el documento se detallaban calendarios y horarios, actividades, contenidos y días de asueto. Se limitaba el autoritarismo pedagógico colonial, al mismo tiempo que se introducían elementos de control de las conductas que muchas décadas después desarrollarían los positivistas: los niños entrarían a la escuela conducidos por sus maestros, escribirían sólo dos planas por dia, leerían libros, estudiarían la doctrina cristiana, la aritmética y la gramática.
El modelo disciplinario era más avanzado que el colonial; reducía los azotes y los castigos.
Este documento marca una transición entre la modalidad colonial y una educación independiente y progresista. “Al leer el texto se tiene la impresión de que Belgrano hizo tachaduras sobre los viejos reglamentos escolares tradicionales y comenzó a diseñar sobre ellos una nueva idea pedagógica.
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