La hidrósfera es un término para señalar a toda el agua que encontramos en nuestro planeta, así como hablamos de la atmósfera (los gases que rodean nuestro planeta) o la biósfera (todo el ecosistema del planeta). Son palabras que etimológicamente provienen del griego, compuestas por el elemento o procesos que se quiere señalar junto con la terminación que proviene de "esfera", refiriéndonos a la totalidad.

En el caso de la hidrósfera, esta es de suma importancia; es cosa de considerar que el 75% de la superficie de la Tierra esta cubierta por los océanos. Si bien los océanos son un aporte obvio de agua, así como los lagos, los ríos, la nieve, los hielos y las corrientes de agua subterráneas, también la hidrósfera comprende aquel agua en la atmósfera (la humedad en el aire, incluyendo las nubes con su lluvia) y "escondida" en la biósfera, como en los animales (por ejemplo nosotros tenemos mucha agua en nuestro cuerpo) y las plantas.
Y si hay tanta agua, ¿por qué nos piden tanto cuidarla como recurso?. Resulta que de toda el agua que existe en el planeta, aproximadamente un 97% está en los océanos (no la podemos consumir de manera directa), y por consecuencia sólo un 3% es agua dulce. Pero de este 3% sólo una pequeña fracción es utilizable de manera práctica para nuestro consumo, por ejemplo proveniente de reservas subterráneas, lo que la hace un bien muy escaso.

Y además es de suma importancia no sólo la presencia del agua en el planeta, sino que su ciclo, que entre otras cosas permite el transporte de elementos fundamentales para la vida, la purificación de la misma agua y la regulación del clima: el calor del Sol evapora el agua de la superficie, que se va a la atmósfera, para luego precipitar y caer nuevamente a la tierra.