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Sagot :
La
historia tras Los Hermanos Cárcamo
El
Trío de Los Hermanos Cárcamo tocó una noche
para Los Panchos, y luego se dio paso a la construcción,
durante la segunda mitad del siglo XX, de una institución
musical
Alfonso Reyes
El Diario de Hoy
[email protected] Una noche de 1952 en Atiquizaya, tres jóvenes aguardaban su momento más esperado, inquietos y junto a sus guitarras artesanales. Desde 1949 se habían dedicado a hacer música, y un momento oportuno para sus habilidades estaba a escasos minutos.
A estos muchachos, presentados ante el público como el “Trío de Los Hermanos Cárcamo”, se les había concedido tocar unas piezas para Los Panchos, un grupo que ha hecho delirar con sus boleros y que horas antes se había presentado en el Cine Fox de esa localidad de Ahuachapán.
La entrada para presenciar a Los Panchos costaba diez de colones (una fortuna en ese tiempo), y el trío de jóvenes, compuesto en ese tiempo por Alfredo, Julio y Roberto Cárcamo, no contaban con esa cantidad, pero sí con la oportunidad de ofrecer un recital, ya no a las novias o amigos, sino a este legendario trío.
Tal expectativa hizo que sus piernas temblaran como gelatina, pero mantuvieron las fuerzas para entrar a la sala, y establecerse firmes para ofrecer la presentación de siete composiciones a los maestros de las guitarras y las voces, Los Panchos.
El instante fotográfico
“Les voy a traer tres cipotes que cantan la música de ustedes”, dijo esa vez Rodolfo Góchez, promotor del concierto del trío Los Panchos.
Ahora sus mentes se habían concentrado en ejecutar las obras musicales del trío mexicano, se habían olvidado de los nervios pero no de “Sin un amor”, “Flor de Azalea”, “Contigo”, “No me quieras tanto”, y “Rayito de Luna”.
“Es un gran honor actuar para los maestros de las cuerdas y las voces”, fue la presentación de Los Hermanos Cárcamo, en voz de Roberto.
Lea además
De boleros a cumbia
Luego de la tercera canción, Alfredo Gil (creador del estilo de Los Panchos) se puso de pie y con elegancia pidió prestada la guitarra, que después de tantos intentos la devolvió a su dueño, Alfredo Cárcarmo. “Te felicito, como punteas de bonito y las cromáticas que bien las dominas, pero yo no pude tocar en tu guitarra, tal vez es mágica”, dijo esa noche el “Guero” Gil. La guitarra había sido confeccionada por Antonio Braghiroli, hermano de la madre de los Cárcamo, Rosa Teresa Braghiroli.
Dos canciones después, finalizó la presentación privada del Trío Hermanos Cárcamo a sus homólogos mexicanos. “Miren chavos, ustedes tienen una gran habilidad, nos agrada que toquen la música de Los Panchos así como lo han hecho, pero les recomendamos que traten de crear un estilo propio, porque con la habilidad que tienen pueden llegar muy lejos”, agregó el “Guero”.
En los días siguientes, Los Hermanos Cárcamo se convirtieron en “chisme” de todo Atiquizaya y sus alrededores. Y luego, se pintó un horizonte prometedor para el joven Trío, aunque en 1956, Alfredo, voz y guitarrista líder, decide abandonar este conjunto para dedicarse a su familia, la cacería, el fútbol y el ajedrez. Más tarde se convirtió en un maestro de ajedrez en El Salvador y Canadá.
El Diario de Hoy
[email protected] Una noche de 1952 en Atiquizaya, tres jóvenes aguardaban su momento más esperado, inquietos y junto a sus guitarras artesanales. Desde 1949 se habían dedicado a hacer música, y un momento oportuno para sus habilidades estaba a escasos minutos.
A estos muchachos, presentados ante el público como el “Trío de Los Hermanos Cárcamo”, se les había concedido tocar unas piezas para Los Panchos, un grupo que ha hecho delirar con sus boleros y que horas antes se había presentado en el Cine Fox de esa localidad de Ahuachapán.
La entrada para presenciar a Los Panchos costaba diez de colones (una fortuna en ese tiempo), y el trío de jóvenes, compuesto en ese tiempo por Alfredo, Julio y Roberto Cárcamo, no contaban con esa cantidad, pero sí con la oportunidad de ofrecer un recital, ya no a las novias o amigos, sino a este legendario trío.
Tal expectativa hizo que sus piernas temblaran como gelatina, pero mantuvieron las fuerzas para entrar a la sala, y establecerse firmes para ofrecer la presentación de siete composiciones a los maestros de las guitarras y las voces, Los Panchos.
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“Les voy a traer tres cipotes que cantan la música de ustedes”, dijo esa vez Rodolfo Góchez, promotor del concierto del trío Los Panchos.
Ahora sus mentes se habían concentrado en ejecutar las obras musicales del trío mexicano, se habían olvidado de los nervios pero no de “Sin un amor”, “Flor de Azalea”, “Contigo”, “No me quieras tanto”, y “Rayito de Luna”.
“Es un gran honor actuar para los maestros de las cuerdas y las voces”, fue la presentación de Los Hermanos Cárcamo, en voz de Roberto.
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Luego de la tercera canción, Alfredo Gil (creador del estilo de Los Panchos) se puso de pie y con elegancia pidió prestada la guitarra, que después de tantos intentos la devolvió a su dueño, Alfredo Cárcarmo. “Te felicito, como punteas de bonito y las cromáticas que bien las dominas, pero yo no pude tocar en tu guitarra, tal vez es mágica”, dijo esa noche el “Guero” Gil. La guitarra había sido confeccionada por Antonio Braghiroli, hermano de la madre de los Cárcamo, Rosa Teresa Braghiroli.
Dos canciones después, finalizó la presentación privada del Trío Hermanos Cárcamo a sus homólogos mexicanos. “Miren chavos, ustedes tienen una gran habilidad, nos agrada que toquen la música de Los Panchos así como lo han hecho, pero les recomendamos que traten de crear un estilo propio, porque con la habilidad que tienen pueden llegar muy lejos”, agregó el “Guero”.
En los días siguientes, Los Hermanos Cárcamo se convirtieron en “chisme” de todo Atiquizaya y sus alrededores. Y luego, se pintó un horizonte prometedor para el joven Trío, aunque en 1956, Alfredo, voz y guitarrista líder, decide abandonar este conjunto para dedicarse a su familia, la cacería, el fútbol y el ajedrez. Más tarde se convirtió en un maestro de ajedrez en El Salvador y Canadá.
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