La Saga de los Confines inicia con una manifestación aclarativa que igual funciona como voluntaria advertencia respecto de lo que se vendrá entramado en las palabras que integran el relato de la novela, como si un futuro terrible estuviera por caer sobre la Tierra y sus habitantes, y poco pudiera hacerse para evitarlo. Porque Bodoc dice que “he venido a dejar memoria de una grande y terrible batalla.
ello es única-mente porque entendemos que somos encarnaciones de La Divinidad y que este sentimiento Profundo y Verdadero encenderá en forma lenta e inevitable, El Camino de las Estrellas, porque todo pareciera indicar que El Universo que tan poco conocemos, puede ser Nuestra Casa Originaria. Y fue que Los Brujos de la Tierra entraron como partícipes necesarios en cuanto al uso de recursos imprevisibles que puedan alentar un pequeño triunfo en la Gran Batalla por La Vida del Bien, que lanza al Viento de las Quemazones, todos los recursos en disposición para vencer “Ese Mal” encarnado en lo peor de los atributos humanos, todo muy blindado al mejor estilo cortado en Alien, El Octavo Pasajero, aquella peli de Ridley Scott, que tan hondo impactó en nuestras creencias al hacernos imaginar un poquito “lo que nos puede pasar si salimos al desconocido universo y navegamos más allá de ciertos límites”.
