En arranque de las partículas de arcilla por el paso de las aguas salvajes en suelos de poca pendiente produce una arroyada difusa que disminuye su fertilidad por el lavado de nutrientes. A corto plazo las consecuencias serían poco perceptibles, pero a largo plazo el balance entre la formación de suelo y la pérdida sería muy notable.
Las aguas salvajes en terrenos de mayor pendiente se traduce en una arroyada concentrada con formación de surcos llamados cárcavas, donde se pierden totalmente los suelos. Este efecto puede ser bastante rápido, en pocos años.
Estos efectos erosivos sólo son posibles cuando el suelo queda desnudo de vegetación por las malas prácticas forestales, agrícolas, ganadería, incendios. Se hace entonces necesaria repoblación forestal de los suelos agrícolas abandonados o incendiados así como la limitación del pastoreo, especialmente el de cabras, que impide que se desarrollen los árboles.
El clima donde tiene lugar esta erosión por aguas salvajes es el clima mediterráneo, semiárido y árido, en donde el régimen de lluvias es muy irregular y pueden tener lugar precipitaciones de tipo torrencial, y en el que la cubierta vegetal es poco importante.