Cualquier cambio, ya sea físico o químico, implica una transferencia de energía hacia o desde un sistema. Si no hay variación de energía no hay cambio.
Los cambios físicos implican que el sistema, sin cambiar su naturaleza, adquiere mayor o menor energía o incluso puede transformar su energía de un tipo en otro. Estos cambios son reversibles, es decir, se puede volver al estado inicial del sistema si se restituye la energía inicial.
Los cambios químicos sí implican que cambia la naturaleza del sistema y una parte de la energía interna de éste es intercambiada o transformada. Son cambios irreversibles, es decir, que alteran la naturaleza de los sistemas y no permiten que se pueda volver al estado de partida.