El Cazador
Desde tiempo inmemorial perdura en Colombia la leyenda del cazador fantasma, que persigue venados de oro, armadillos SI acorazados, borugas colmillonas, castores constructores y liebres escurridizas en los montes fríos, cañadas cristalinas y hondonadas lejanas.
Los campesinos creen que el alma de cazador está ,en el purgatorio y que errabundo grita su pena, como un mensajero fúnebre que tiene la misión de notificar que el hado fatal se llevará las almas al otro mundo, de los monteros sañudos, de los traficantes de fauna, de los saqueadores de vegetales medicinales, de los intrusos que cazan por ambición o vicio y de los que por estar de cacería faltan a misa en las festividades religiosas. El espectro del cazador que deambula por aquellos paraísos, rara vez se deja ver. Quienes lo han observado lo describen como un montero corpulento, de cabello abundante, suelto y flotante que evidencia fuerza, penitencia y mortificación.
El vestuario del cazador quimérico cambia intermitente como un camaleón: rojo, amarillo, verde, negro, blanco y plateado. El espectro del cazador tiene gorro, de su cuello penden binóculos, lleva terciada una carabina, una cantimplora, un carriel, y una mochila con raciones de campaña; en su cinturón tiene enhebrada la cubierta de un machete y el estuche de una linterna.
Acompaña el cazador fantasma un perro blanco con manchas amarillas, negras y cafés; el can tiene grandes orejas caídas; cuando jadea muestra sus filudos dientes; cuando el canino corre escarba y deja ver sus garras; parece que el gozque arrastrara el espectro del fantasma con la cadena que lo une a una de sus manos.
Constantemente el cazador fantasma azuza a su can, con voz triste, entonces el aullido del canino anuncia tragedia y fatalidad. Los campesinos creen que ver y oír al cazador fantasma es mal presagio, porque de repente vuelan búhos, el espectro trata de matarlos para lograr su salvación y conseguir prosperidad en la patria celestial.
Cuando el espíritu del cazador revoletea, lo escoltan bandadas de buitres de mal agüero y cornejas entonando su funesto canto.
Cuando el fantasma de cazador acecha se escucha su resoplido, en consecuencia cunde el pánico: los insectos dejan de chillar, las ranas de croar, los canarios de trinar, las alondras de cantar, las serpientes de silbar, las vacas de bramar y los caballos de relinchar; entonces reina un silencio que crispa los nervios y pone los pelos de punta. El horror aumenta con el rugido el viento que se torna caliente, turbulento y veleidoso; los vaivén y se escucha el traqueteo.
De repente, el monte, la cañada, la hondonada, las trochas y los caminos son invadidos por tinieblas infernales, reinando el "sol nocturno", la oscuridad espiritual y el silencio sepulcral. Entonces aquellos lugares remotos se tornan misteriosos porque el fantasma comienza a volar rápido a echar fuego y a refunfuñar, ante eso los animales huyen despavoridos a esconderse en cuevas, nidos, madrigueras, copas de los árboles y ríos.
Al escuchar el bufido del cazador fantasma los monteros enconados y temerarios quedan petrificados, los jinetes enajenados y los temerarios enloquecen.
Los caballos, asnos y ,mulas se paran en sus patas traseras, derribando a sus chalanes, tumbando sus cargas, librándose de sus aperos y enjalmas.
Para volverlos en sí, hay que ponerles música folclórica, echarles con un aspersorio agua bendita, cantar aleluya alabando a Dios, recordando Id victoria de Cristo sobre la muerte, orar, orar y orar. SI esto tiene efecto y se ahuyenta al ánima del cazador, vuelve el "esposo de la luna" y "padre del rocío", el aire se hace fresco y se siente el hálito vital.