La globalización no es un fenómeno nuevo; siempre ha habido intentos de imponer una cultura única o un mercado único. Estos intentos proceden habitualmente de los poderosos, que se afanan por conseguir que su idioma llegue a todos los rincones del planeta o que haya compradores para sus productos en todos los países. Estos intentos implican también, la aniquilación de culturas minoritarias que no resultan útiles o la desaparición efectiva de modelos económicos que impiden la colonización financiera de los países más poderosos.
Si estamos asistiendo a ese proceso de simplificación progresiva de los procesos tradicionales que llamamos globalización, también podemos estar contemplando la desaparición definitiva de algunas culturas que están siendo asimiladas a la corriente mayoritaria.