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Sagot :
encierra la idea de patriotismo, por una parte, pero también lasanticipaciones de la moderna razón de Estado".Las simplificaciones de las que ha sido víctimas Maquiavelo, no han logradominimizar esa nueva dimensión ontológica sobre el poder, genialmenteconcebida por el estadista florentino.Para Maquiavelo está claro que, a diferencia de los países europeos, enItalia no había sido posible construir el Estado-nación. El soberano quefuese a enfrentar este reto histórico, necesitaría de una suma de poder, quelo convirtiera en un monarca absoluto. Esa empresa, solo es posible si elgobernante dispuesto a llevarla a cabo, arma a los ciudadanos para liberar asu patria de las fuerzas extranjeras. Cumplida esta tarea, procurará ofreceral pueblo leyes justas; y éste a su vez , asumirá la defensa y seguridad dela nación.El interés de Maquiavelo se centra, a través de toda su obra, en la políticacomo "arte de conquistar el poder". La política es, por tanto, el arte delpríncipe o gobernante en cuanto tal. Y el príncipe, en cuanto conquistador ydueño del poder, en cuanto encarnación del Estado, está por principio (y nopor accidente) exento de toda norma moral. Lo importante es, que tengalas condiciones naturales como para asegurar la conquista y posesión delpoder, "que sea astuto como la zorra, fuerte como el león"... ("El Príncipe"Cáp. VIII)Dice Maquiavelo que, "el príncipe que quiere conservar el poder debecomprender bien que no le es posible observar, en todo, lo que hace mirarcomo virtuosos a los hombres, supuesto que a menudo para conservar elorden de un Estado, está en la precisión de obrar contra su fe, contra lasvirtudes de la humanidad y caridad, y aún contra su religión"... ("ElPríncipe" Cáp. XVIII).Para Maquiavelo, la razón suprema no es, sino la razón de Estado. El Estado(que identifica con el príncipe o gobernante), constituye un fin último, un finen sí, no solo independiente sino también opuesto al orden moral y a losvalores éticos, y situado de hecho, por encima de ellos, como instanciaabsoluta.El bien supremo no es ya la virtud, la felicidad, la perfección de la propianaturaleza, el placer o cualquiera de las metas que los moralistaspropusieron al hombre, sino la fuerza y el poder del Estado y de supersonificación el príncipe o gobernante.El bien del Estado no se subordina al bien del individuo o de la personahumana en ningún caso, y su fin se sitúa absolutamente por encima detodos los fines particulares por más sublimes que se consideren.Al respecto de que Maquiavelo redacte la obra como una especie decurrículo destinado a conseguir trabajo de la mano de Lorenzo de Médicis,Maquiavelo no está inventando nada. En la antigüedad y aún en la EdadMedia eran comunes los tratados dedicados a los príncipes en cuanto al artede gobernar: cuentan que Alejandro Magno llevó consigo siempre unejemplar de la Iliáda, del cual cuentan los historiadores tomaba ánimospara seguir su conquista; La Ciropedia de Jenofonte era el ideal del
gobernante espartano, obra muy leída durante la república romana -la cualMaquiavelo apreciaba mucho-. A finales de ésta, Cayo Salustio Crispoescribió cartas dirigidas a Cayo César, en la cual expone algunos consejosde carácter práctico para la mayor eficacia y éxito de su gobierno, pocoantes, los tratados de Cicerón como De officis y De inventione fueron laguía de varios lobos de la política romana.Séneca escribió su
De Clemetia
especialmente para el emperador Nerón,exponiendo las virtudes del buen gobierno. Francesco Guicciardini, a lasazón, amigo de Maquiavelo, y a diferencia de este, verdadero político, conaltos cargos e influencia, antes de que
El Príncipe
circulara regularmente yacomo obra, escribió sus Ricordi politici e civiti de una dureza y acidez tal vezmayor que la maquiaveliana y con reconocimiento en su época.Entonces ¿donde reside la originalidad de Maquiavelo? Esa es la preguntaque tiene respuestas ad finitum -en sentido figurado-, en efecto, segúnIsahia Berlin hasta 1979 existían más de una veintena de teorías notablesde como interpretar
El Príncipe
y más de tres mil referencias; es deimaginarse que con el desarrollo de la industria editorial a finales del sigloXX, la deliberada intención de publicar para el curriculum por parte de losacadémicos contemporáneos y la vigencia del pensamiento maquiaveliano,es probable que existan más del triple de referencias o artículos sobre laobra en cuestión.Una de las teorías que aquí expondré (por encontrarse como anexo a laobra de
El Príncipe
que he analizado) es la Isahia Berlin, quienespléndidamente señala que Maquiavelo no distingue los valoresespecíficamente morales de los valores políticos, sino algo más profundo ypor ellos incisivo en la mentalidad moderna , “una diferenciación entre dosideales de vida incompatibles, y por lo tanto, dos moralidades”. Una es lapagana, donde los valores son el coraje, el orden, la disciplina, la fuerza, la justicia
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