En el siglo XVI, Pizarro y sus seguidores salieron de Panamá hacia el entonces Imperio de los Incas con una idea fija: apoderarse del oro que existía en este territorio. Llegaron a Cajamarca y tomaron preso a Atahualpa. El inca, para recobrar su libertad, debió llenar dos cuartos con oro y uno con plata. El único beneficio que obtuvo por el rescate fue aprender a jugar ajedrez, porque los españoles lo mataron.Según el acta del rescate, levantada por un notario real, Francisco Pizarro recibió 5,720 kilogramos de oro (más de cinco toneladas) y 11 de toneladas de plata. En 1992, a raíz de la conmemoración de los 500 años de la invasión española a América, el extinto economista Manuel Moreyra calculó que las más de cinco toneladas de oro y las 11 de plata tenían un valor de US$ 2,000 millones, que si se le añadían los intereses se elevaba a US$ 9,000 millones, que harían de Atahualpa el quinto líder más rico del mundo.
