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Sagot :
Era viernes. Un viernes otoñal. Debía de ser la una menos cuarto cuando aun me encontraba en la cola de la entrada al museo. A mi lado se encontraba mi hermana.
Hoy el museo estaba repleto, se debía a que la famosa arqueóloga Johanna Kepler y el científico James Austin, iban a entregar un famoso manuscrito escrito en los años 50 al museo para que todos nosotros pudiésemos disfrutar de él como ellos.
-¿Por qué tardan tanto? - repetía mi hermana continuamente.
-Es un gran día Clara, hay que tener paciencia.
-¡Pues yo no quiero tener mas paciencia! Llevo aquí desde las 12 ¡y van a ser la una!
-No levantes la voz, no quiero que montes un espectáculo.
-Tranquilo, la espera acaba aquí -dijo mientras se dispersaba entre la magnitud de personas que se encontraban en la cola.
-¡Espera Clara! -dije mientras corría tras ella.
Corría tan rápido como una estrella fugaz que me costaba muchísimo esfuerzo mantener una distancia de 3 metros entre nosotros, hasta que encontró una puerta abierta. Se había colado por la parte de atrás en el museo, solo que esta habitación estaba a oscuras.
Ya no se oía nada, ni sus pasos, ni siquiera mi propia respiración. El silencio se rompía a ratos con mis gritos de búsqueda en vano.
Caminaba recto con la intención de chocarme con ella, pero en su lugar me topé con algo mucho más extraño.
Se trataba de una camiseta rodeada de tiras que apestaba un olor a viejo. Recorrí lo que pensaba que era su cuerpo hasta que me di cuenta que esa "camiseta" se extendía a lo largo de su figura.
Unos gruñidos emergían de aquella persona:
-Rghrrrrrr.....
Corrí, pero esa figura me seguía exclamando:
¡Quien te crees tu vil humano, para profanar mi hogar!, ¡no te iras sin tu merecido!, ¡vuelve asqueroso cobarde!
Y corría y corría, tan rápido que podía notar su asquerosa respiración en mi nuca.
-Estás muerto -fue lo último que escuché antes de caer redondo al suelo.
Cuando abrí los ojos me encontré con ella.
-Clara ¿donde estabas? ¡Me has dado un susto de muerte!
-¿Pero que dices?
-Que voy a decir Clara, ¡te habías marchado! Y luego apareció esa cosa...
-Cállate, vas a montar un espectáculo..
-¡Para espectáculo el tuyo que te fuiste sin decir nada!
-Hermano, no me he ido a ningún sitio, eres tú el que se ha movido, pero de cabeza al suelo porque te has quedado dormido de pie.
Me callé, no quería que la gente de alrededor me tomase por loco, pero sin parar de darle vueltas continúe en la fila hasta que entré.
Clara corrió hacia el manuscrito, cuando al final de la sala atisbe una figura. Se trataba de una momia. Me reí solo de pensar que podía haber sido eso cuando de repente.. Me guiñó un ojo.
Hoy el museo estaba repleto, se debía a que la famosa arqueóloga Johanna Kepler y el científico James Austin, iban a entregar un famoso manuscrito escrito en los años 50 al museo para que todos nosotros pudiésemos disfrutar de él como ellos.
-¿Por qué tardan tanto? - repetía mi hermana continuamente.
-Es un gran día Clara, hay que tener paciencia.
-¡Pues yo no quiero tener mas paciencia! Llevo aquí desde las 12 ¡y van a ser la una!
-No levantes la voz, no quiero que montes un espectáculo.
-Tranquilo, la espera acaba aquí -dijo mientras se dispersaba entre la magnitud de personas que se encontraban en la cola.
-¡Espera Clara! -dije mientras corría tras ella.
Corría tan rápido como una estrella fugaz que me costaba muchísimo esfuerzo mantener una distancia de 3 metros entre nosotros, hasta que encontró una puerta abierta. Se había colado por la parte de atrás en el museo, solo que esta habitación estaba a oscuras.
Ya no se oía nada, ni sus pasos, ni siquiera mi propia respiración. El silencio se rompía a ratos con mis gritos de búsqueda en vano.
Caminaba recto con la intención de chocarme con ella, pero en su lugar me topé con algo mucho más extraño.
Se trataba de una camiseta rodeada de tiras que apestaba un olor a viejo. Recorrí lo que pensaba que era su cuerpo hasta que me di cuenta que esa "camiseta" se extendía a lo largo de su figura.
Unos gruñidos emergían de aquella persona:
-Rghrrrrrr.....
Corrí, pero esa figura me seguía exclamando:
¡Quien te crees tu vil humano, para profanar mi hogar!, ¡no te iras sin tu merecido!, ¡vuelve asqueroso cobarde!
Y corría y corría, tan rápido que podía notar su asquerosa respiración en mi nuca.
-Estás muerto -fue lo último que escuché antes de caer redondo al suelo.
Cuando abrí los ojos me encontré con ella.
-Clara ¿donde estabas? ¡Me has dado un susto de muerte!
-¿Pero que dices?
-Que voy a decir Clara, ¡te habías marchado! Y luego apareció esa cosa...
-Cállate, vas a montar un espectáculo..
-¡Para espectáculo el tuyo que te fuiste sin decir nada!
-Hermano, no me he ido a ningún sitio, eres tú el que se ha movido, pero de cabeza al suelo porque te has quedado dormido de pie.
Me callé, no quería que la gente de alrededor me tomase por loco, pero sin parar de darle vueltas continúe en la fila hasta que entré.
Clara corrió hacia el manuscrito, cuando al final de la sala atisbe una figura. Se trataba de una momia. Me reí solo de pensar que podía haber sido eso cuando de repente.. Me guiñó un ojo.
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