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Sagot :
Yo soy Juan Atampam, Blas Llaguarcos, Bernabé Ladña,
Nací y agonicé en Chorlaví, Chamanal y Tanlagua,
Si, mucho agonicé
Sudor de sangre tuve en mis venas
Añadí así más dolor y blancura a la cruz que trajeron mis verdugos.A mi tam. A José Vacacela tam.
A Lucas Chaca tam.
En medio de plaza de Guápulo y en rueda de otros naturales
nos trasquilaron hasta el frío la cabeza.
Oh, Pachacámac, Señor del infinito
nunca sentimos más helada tu sonrisa,
y al páramo subimos desnudos de cabeza,
a coronarnos, llorando con tu sol.Y a Melchor Pumaluisa, hijo de Guápulo,
en medio de patio de hacienda, con cuchillo de abrir chanchos,
cortáronle testes.
Obligándole a caminar a patadas
delante de nuestros ojos llenos de lágrimas.
A cada golpe, echaba chorros de sangre,
hasta que cayó muerto y la flor de su cuerpo.Y vuestro teniente de justicia mayor
José de Uribe: "Te ordeno".
Y yo con otros mitayos le llevábamos a todo pedir
para sus paseos, en hamaca, de casa en casa.
Mientras tanto mujeres con hijas mitayas,
a barrer, a carmenar, a hilar, a tejer,
a lamer platos de barro - nuestra hechura,-
Y a acostarse con viracochas,
nuestras flores de dos muslos,
para traer al mestizo, verdugo venidero.Ya sin paga, sin maíz, sin runa-mora,
ya sin hambre de tanto no comer;
sólo calavera, llorando granizo viejo por mejillas,
llegué trayendo frutos de la yunga.
Cuatro semanas de ayuno.
Encontré a mi mujer partida en dos por Alférez Quintanilla,
Mujer, convivienta de éste, mató dos hijos míos a latigazos.Pachacámac, Pachacámac
y yo, a la vida
así morí.
Y de tanto dolor, siete cielos
por setenta soles, Pachacámac,
mujer pariendo mi hijo, le torcí los brazos.
Ella, dulce ya de tanto aborto, dijo:
"Quiebra maqui de guagua;
quiebra pescuezo de guagua;
no quiero que sirva
que sirva de mitayo a viracochas".
Quebré.Y entre Curas, tam, unos pareciendo, buitres, diablos, había.
Iguales. Peores que los de dos piernas.
otros decían: "Hijo, amor a Cristo".
unos decían: "Contribución, mitayo, a trabajar en mi hacienda,
a tejer dentro de iglesia,
cera para monumento,
aceite para lámpara,
huevos de ceniza,
doctrina y ciegos doctrineros.Vihuela, india a la cocina, hija a la cama.
Así dijeron. Obedecí.
Y después: Ron, Manuel, Salva, Antonio, Miguel,
leña, carbón, huevos, pescado, piedras, ceniza,
mujeres, hija, runa-llama
runa-llama que en tres meses
comiste más dos mil corazones de hijas.
Y a mujer que tam comistes
cerca de oreja de marido y de hijo,
noche a noche.Brazos llevaron al mal.
Ojos al llanto.
Hombros al soplo de tus fuetes,
Mejillas a lo duro de tus botas.
Nací y agonicé en Chorlaví, Chamanal y Tanlagua,
Si, mucho agonicé
Sudor de sangre tuve en mis venas
Añadí así más dolor y blancura a la cruz que trajeron mis verdugos.A mi tam. A José Vacacela tam.
A Lucas Chaca tam.
En medio de plaza de Guápulo y en rueda de otros naturales
nos trasquilaron hasta el frío la cabeza.
Oh, Pachacámac, Señor del infinito
nunca sentimos más helada tu sonrisa,
y al páramo subimos desnudos de cabeza,
a coronarnos, llorando con tu sol.Y a Melchor Pumaluisa, hijo de Guápulo,
en medio de patio de hacienda, con cuchillo de abrir chanchos,
cortáronle testes.
Obligándole a caminar a patadas
delante de nuestros ojos llenos de lágrimas.
A cada golpe, echaba chorros de sangre,
hasta que cayó muerto y la flor de su cuerpo.Y vuestro teniente de justicia mayor
José de Uribe: "Te ordeno".
Y yo con otros mitayos le llevábamos a todo pedir
para sus paseos, en hamaca, de casa en casa.
Mientras tanto mujeres con hijas mitayas,
a barrer, a carmenar, a hilar, a tejer,
a lamer platos de barro - nuestra hechura,-
Y a acostarse con viracochas,
nuestras flores de dos muslos,
para traer al mestizo, verdugo venidero.Ya sin paga, sin maíz, sin runa-mora,
ya sin hambre de tanto no comer;
sólo calavera, llorando granizo viejo por mejillas,
llegué trayendo frutos de la yunga.
Cuatro semanas de ayuno.
Encontré a mi mujer partida en dos por Alférez Quintanilla,
Mujer, convivienta de éste, mató dos hijos míos a latigazos.Pachacámac, Pachacámac
y yo, a la vida
así morí.
Y de tanto dolor, siete cielos
por setenta soles, Pachacámac,
mujer pariendo mi hijo, le torcí los brazos.
Ella, dulce ya de tanto aborto, dijo:
"Quiebra maqui de guagua;
quiebra pescuezo de guagua;
no quiero que sirva
que sirva de mitayo a viracochas".
Quebré.Y entre Curas, tam, unos pareciendo, buitres, diablos, había.
Iguales. Peores que los de dos piernas.
otros decían: "Hijo, amor a Cristo".
unos decían: "Contribución, mitayo, a trabajar en mi hacienda,
a tejer dentro de iglesia,
cera para monumento,
aceite para lámpara,
huevos de ceniza,
doctrina y ciegos doctrineros.Vihuela, india a la cocina, hija a la cama.
Así dijeron. Obedecí.
Y después: Ron, Manuel, Salva, Antonio, Miguel,
leña, carbón, huevos, pescado, piedras, ceniza,
mujeres, hija, runa-llama
runa-llama que en tres meses
comiste más dos mil corazones de hijas.
Y a mujer que tam comistes
cerca de oreja de marido y de hijo,
noche a noche.Brazos llevaron al mal.
Ojos al llanto.
Hombros al soplo de tus fuetes,
Mejillas a lo duro de tus botas.
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