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Sagot :
Respuesta:
Platero y yo.
Elegía andaluza.
Edición menor.
Ilustrada por
Fernando Marco.
Madrid, Ediciones
de la lectura.
Platero es pequeño, peludo,
suave; tan blando por fuera,
que se diría todo de algodón,
que no lleva huesos. Sólo los
espejos de azabache de sus
ojos son duros cual dos
escarabajos de cristal negro.
"En el arroyo grande que la lluvia había dilatado hasta la viña, nos
encontramos, atascada, una vieja carretilla, perdida toda bajo su carga de
hierba y de naranjas. Una niña, rota y sucia, lloraba sobre una rueda,
queriendo ayudar con el empuje de su pechillo en flor al borricuelo, más
pequeño, ¡ay!, y más flaco que Platero. Y el borriquillo se despachaba contra el
viento, intentando, inútilmente, arrancar del fango la carreta, al grito
sollozante de la chiquilla. Era vano su esfuerzo, como el de los niños valientes,
como el vuelo de esas brisas cansadas del verano que se caen, en un desmayo,
entre las flores. Acaricié a Platero y, como pude, lo enganché a la carretilla,
delante del borrico miserable. Lo obligué, entonces, con un cariñoso imperio, y
Platero, de un tirón, sacó carretilla y rucio del atolladero y les subió la cuesta.
¡Qué sonreír el de la chiquilla! Fue como si el sol de la tarde, que se quebraba,
al ponerse entre las nubes de agua, en amarillos cristales, le encendiese una
aurora tras sus tiznadas lágrimas. Con su llorosa alegría, me ofreció dos
escogidas naranjas, finas, pesadas, redondas. Las tomé, agradecido, y le di una
al borriquillo débil, como dulce consuelo; otra a Platero, como premio áureo”
A mediodía, Platero estaba muerto. La
barriguilla de algodón se le había hinchado
como el mundo, y sus patas, rígidas y
descoloridas, se elevaban al cielo. Parecía
su pelo rizoso ese pelo de estopa apolillada
de las muñecas viejas, que se cae, al pasarle
la mano, en una polvorienta tristeza...
Por la cuadra en silencio, encendiéndose
cada vez que pasaba por el rayo de sol de la
ventanilla, revolaba una bella mariposa de
tres colores...
Explicación:
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