El viento es un movimiento del aire, que es un gas transparente,
incoloro e inodoro. Este fenómeno se produce cuando cambia la presión del aire
en algún punto determinado de la atmósfera, esa capa de aire que rodea al
planeta Tierra y nos protege, impidiendo la entrada de las radiaciones
peligrosas del sol. En el cielo se ve de color azulado. El viento sopla
suavemente a la madrugada; el
enfriamiento de la noche lo vuelve pesado y se desplaza en forma lenta. Cuando
sopla suavemente, se llama brisa. Y la expresión “vientos moderados”, que
solemos escuchar en los informes metereológicos, signfica que se trata de
vientos con poca velocidad. Los huracanes, en tanto, son vientos de gran
velocidad que arrancan lo que encuentran a su paso. También son muy peligrosos los
tornados, vientos que avanzan en movimiento circular y causan mucho daño. Sin
embargo, los seres vivos necesitamos también del viento. Y él trabaja para
nosotros: cuando mueve las aspas de los molinos, cuando hace viajar las nubes y
reparte las lluvias, cuando hace “volar” las semillas que luego originarán
nuevas plantas o cuando empuja los veleros.
