Paradójicamente, los peces tiene problemas de bebida a pesar de estar
rodeados de agua. En las especies de agua salada, la concentración de
sales en la sangre es inferior a la del medio externo. Debido a la
ósmosis, los peces pierden continuamente agua para igualar las presiones
externas e internas, lo que les obliga a beber. Con ello, se pierden
pequeñas cantidades de orina y de sales, y así mantienen una
concentración adecuada en sus líquidos corporales. En las especies de
agua dulce, la situación es la contraria, en las que la concentración
salina en la sangre es superior a la del agua envolvente. El agua se
absorve continuamente y para evitar que el cuerpo reviente, estos peces
deben excretar grandes cantidades de agua (hasta 10 veces su peso
corporal). Pueden hacerlo de dos maneras: a través de la orina y a
través de las branquias.