La personalidad, como el temperamento, se traen de cuna, pero el medio, con los éxitos y fracasos que mencionas, se encargan de moldearla y direccionarla hacia determinada forma o modo.
De esta manera, podemos cambiar rotundamente nuestra forma de ser y convertirnos, de personas seguras y con convicciones fuertes, a seres timoratos y con la autoestima baja ante un fracaso demasiado grande.
Pero los fracasos te cambian, te voltean, y a veces, nos levantamos rengueando de por vida, como habrá también, muchas ocasiones, en que troquemos la debilidad que traemos genéticamente, por una fortaleza estable, ante un éxito que nos posicione y cambie la vida en forma rotunda.