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Sagot :
fe en los colores“Mis padres son ateos, pero si los colores existen, también debe existir Dios”. Al comienzo, no asimilé las dimensiones de la frase. Mientras Sandra iba al baño, cerré los ojos y me esforcé en pensar que así los había tenido desde siempre. Supe que ni siquiera cabía decir que el mundo era negro. Sólo pude tener la certeza de que era monocromático, sin saber muy bien a qué me refería.
Sandra Bertorello Garay, ciega de nacimiento, acaba de publicar “Los sentidos del Yo”, un ensayo escrito en braille y de tirada insignificante, puesto que lo ha editado con sus propios recursos. Personalmente, espero que alguna editorial se interese en traducirlo para el público vidente y lo difunda como es debido, porque el tema, además de interesante, está enfocado desde una perspectiva ajena al común de los humanos y con una vehemencia perturbadora.
La cafetería en la que conversamos sobre sus teorías tenía un aspecto horrendo. Ninguna mesa era igual o parecida a otra, los manteles lucían diseños que no combinaban entre sí y la vajilla y cubertería parecían haber sido recolectadas en incursiones clandestinas a otros locales. En contrapartida, he de admitir que el sabor del café y su aroma eran inigualables. Aunque la vista casi me impidió apreciarlo.
Sandra Bertorello Garay, ciega de nacimiento, acaba de publicar “Los sentidos del Yo”, un ensayo escrito en braille y de tirada insignificante, puesto que lo ha editado con sus propios recursos. Personalmente, espero que alguna editorial se interese en traducirlo para el público vidente y lo difunda como es debido, porque el tema, además de interesante, está enfocado desde una perspectiva ajena al común de los humanos y con una vehemencia perturbadora.
La cafetería en la que conversamos sobre sus teorías tenía un aspecto horrendo. Ninguna mesa era igual o parecida a otra, los manteles lucían diseños que no combinaban entre sí y la vajilla y cubertería parecían haber sido recolectadas en incursiones clandestinas a otros locales. En contrapartida, he de admitir que el sabor del café y su aroma eran inigualables. Aunque la vista casi me impidió apreciarlo.
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