¿Qué dice el texto? Jesús interpela a los fariseos quienes han caído en el orgullo de pensar que son justos porque siguen la ley y guardan todos los preceptos; pero eso no es suficiente si no existe una acogida del hermano apartado y enfermo en sus corazones. Jesús por eso es el que viene a ser signo de contradicción, porque viene a señalar a todos los que se creen justos y santos por seguir lo estipulado en la ley, pero en su corazón han alimentado la soberbia, el prejuicio y el desprecio por los demás. Por eso cita a los profetas Amos y Oseas que ya antes habían exigido al pueblo de Israel “Misericordia más no sacrificio”, el señor constantemente nos recuerda el verdadero sentido de la ley que es para guiar nuestros corazones en el camino de Cristo. Jesús quiere acercarse a los más apartados, y su llamado no es a los más santos o a los que podríamos pensar son “más dignos” si no por el contrario convoca a alguien como Mateo quien vive en pecado. Paso 2 Meditación: ¿Qué me dice a mí el texto? Jesús nos invita a acercarnos a él no importa que tan pecadores nos sintamos, es más el reconocernos enfermos es necesario para ser sanados. Si cometemos el error de pensar que por que somos católicos y guardamos los preceptos podemos señalar y juzgar a nuestros hermanos, Jesús nos recuerda la importancia de que amemos y estemos al servicio del otro, es la mayor ofrenda para él la ayuda y entrega al prójimo y en especial la evangelización y apertura a los más alejados. Solo los que están enfermos pueden ser sanados. ¿A qué hermano(a) he juzgado últimamente? ¿Alguna vez he sentido tanta vergüenza de mis pecados que elijo no acercarme a Cristo? ¿Qué actitud me pide Dios sobre mis propios pecados y sobre los pecados de mis hermanos? ¿Alguna vez me he sentido indigno de hacer algún apostolado o servir en evangelizar por mi pasado? Recordemos como Jesús de entre la multitud escogió a Mateo quien era de los que más necesitaban de su misericordia para convertirlo en su discípulo. Paso 3. Oración: ¿Qué le respondo a Dios? Señor te pido perdón por las ocasiones en que me he sentido tentado a ver al otro como pecador, dame tus ojos para ver como tú ves a los que no te siguen, a los que no te aman, enséñame a acercarme a la gente que está alejada, a no apartarme de los que más te necesitan. Tú me llamas a servirte, a sentarme y a escuchar con un corazón humilde a los que no te conocen, que yo no sea el que los juzgue como pecadores, que yo sea tu instrumento y portador de la verdad, pero sobre todo sea testimonio del evangelio de tu amor para los enfermos por el pecado. Yo también estoy enfermo Señor, pero aquí estoy con mis errores y mis defectos, con mis heridas y remordimientos por el pasado, así me recibas y así me llamas a ser tu rostro de Misericordia. Un corazón contrito tú no lo desprecias. Amén. Paso 4. Contemplación: ¿Cómo interiorizo la Palabra de Dios? “No son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos.” “Sígueme” “Estoy contigo Señor porque estoy enfermo” Paso 5. Acción: ¿A qué me comprometo? – El señor nos invita a orar por los que más están alejados, por los que más le necesitan. – ¿Qué apostolado o acción realizo para ser testimonio de la Misericordia de Dios? – El Señor nos llama a reconocernos enfermos para poder actuar en nuestros corazones, nos invita a confesarnos constantemente y no caer en el error de pensar de que ya no lo necesitamos tanto o en el otro extremo de creernos tan indignos de estar en su presencia y por eso alejarnos.