Respuesta:
Una vez que hubieron recurrido a la fuerza, los portugueses no podían ya renunciar a emplearla. Su plan en el Oriente no pasó nunca de ser una simple lucha por el comercio y jamás se propusieron inundar de especias el mercado europeo, vendiéndola a precios más bajos que los mercaderes árabes y venecianos, ni tampoco hubieran podido hacerlo, aun cuando lo hubiesen deseado. Los géneros portugueses resultaban toscos y poco atractivos a los ojos de los orientales y no podía esperarse que los soberanos de aquellas regiones viesen en aquellas tripulaciones harapientas y en aquellos barcos atestados en los que el mar había dejado sus huellas, los precursores de un poder que habría de conquistar medio Oriente. De momento los europeos podían resultar peligrosos, pero a los ojos de un hindú culto eran gente desesperada, poco numerosa, bárbara, sucia y agresiva; por consiguiente, en comercio abierto y legítimo, los portugueses no podían ni competir con los árabes ni confiar en la buena voluntad de los rajás del país. A fin de beneficiarse de su monopolio de la ruta del Cabo tendrían que destruir en alta mar, por la fuerza de las armas, el comercio de especias realizado por los árabes.
Explicación:
