La sexualidad de las personas con diversidad funcional, intelectual o mental (discapacidad) no es diferente de la de cualquier otra persona. Lo que condiciona la sexualidad de estas personas, sobre todo si tienen discapacidad intelectual o mental, es su deficiente aprendizaje o su dificultad para acceder a un espacio de intimidad y a una socialización sexuada. Para favorecer el desarrollo satisfactorio de la sexualidad de este colectivo, las familias o tutores y profesionales deben ofrecer una educación sexual adaptada a sus características y capacidades físicas y cognitivas que incluya el conocimiento del cuerpo propio (y ajeno), el reconocimiento de la orientación y rol sexual y la exploración de los mecanismos del placer, entre otras intervenciones.
Una vez realizadas estas acciones, y siempre que no haya la posibilidad de acceder a una relación erótica, existe la posibilidad de recurrir al Acompañamiento Íntimo y Erótico (AIE) para compartir una experiencia sexual en condiciones de igualdad, libertad y dignidad
Explicación:
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