1. ¿Cuál era la meta del grupo de ranas?
2. ¿Qué les decían sus compañeras?
3. ¿Por qué algunas se rindieron?
4. ¿Por qué una rana consiguió alcanzar la meta?
5. ¿En su familia quién es el más optimista?
6. ¿En su familia quién es el más pesimista?
7. Cuando se propone una meta, ¿en quién siente que puede confiar para lograrla?
8. ¿Qué personas de su familia pueden confiar en usted para lograr lo que se proponen? Era una vez una carrera.... de ranas.
El objetivo era llegar a lo alto de una gran torre. Había en el lugar una multitud, mucha gente para
animarlos y gritar por ellos.
Comenzó la competencia, como la multitud no creía que pudieran alcanzar la cima de aquella torre, lo que
más se escuchaba era:
“…Qué pena esos sapos no lo van a conseguir… no lo van a conseguir…”
“…Qué pena esos sapos no lo van a conseguir… no lo van a conseguir…”
Los sapitos comenzaron a desistir, pero había uno que persistía y continuaba subiendo en busca de la
cima.
La multitud continuaba gritando:
“…Qué pena ustedes no lo van a conseguir… no lo van a conseguir…”
“…Qué pena ustedes no lo van a conseguir… no lo van a conseguir…”
Los sapitos estaban dándose por vencidos. Salvo por aquel sapito que seguía y seguía tranquilo y ahora
cada vez con más fuerza. Llegando el final de la competición todos desistieron, menos ese sapito que
curiosamente en contra de todos, seguía. Llegó a la cima con todo su esfuerzo.
Los otros, querían saber qué le había pasado. Un sapito le fue a preguntar cómo había conseguido concluir
la prueba. Y descubrieron que era sordo, por eso no escuchaba las palabras de desaliento.
No permitas que personas con pésimos hábitos de ser negativas derrumben las mejores y más sabias
esperanzas de tu corazón.