“La muchacha que no conocía el sabor de la sal”, se trata de una leyenda que forma parte del compendio Leyendas de mi tierra del escritor boliviano Antonio Díaz Villamil. Resumen de la leyenda:
En las tierras del norte de la paz habitaban en una pequeña aldea llamada Aten un grupo de familias indias sobrevivientes de los antiguos combates patrióticos, quienes desesperados huyeron de sus perseguidores para establecerse en un lejano lugar, en la selva virgen.
Eran un grupo de unas treinta familias indias liderados por José Pacha. Llegaron a este lugar y establecieron sus propias reglas y la principal era evitar el contacto con cualquiera persona ajena a su comunidad.
Una de estas familias era la formada por Tiluca, una joven de trece años, su padre y su madre. Esta joven acostumbraba a oír lo que decían las personas mayores de la comunidad, y así se enteró de un ingrediente que daba muy buen sabor a las comidas.
Un día escapo, de la comunidad, llego al pueblo de Aten y a cambio de una pepita de oro colgada en su cuello, compro toda la sal que le dieron por la pepita.
Se devolvió al pueblo, escondió la sal bajo un árbol y cada vez que iba a comer le agregaba a su comida un poco de sal. Hasta que se le acabo.
Trato de hacer lo mismo que la vez anterior, pero fue descubierta, y llevada ante la autoridad de la comunidad José Pacha. En medio de la noche fue castigada, enterrándola bajo el mismo árbol donde escondió la sal.
Los padres lloraban a Tiluca a los pies del mismo árbol, hasta que un día, de las pequeñas plantas de alrededor del árbol salió un líquido que, al secarse con el sol, formaban la sal.
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