Respuesta:
Emociones nuevas que nos cuestan identificar y reconocer para poder exteriorizarlas.
Más confrontaciones con nuestros padres porque sentimos que no nos comprenden. Pero en realidad, están dando lo máximo de ellos porque siempre quieren lo mejor para nosotros.
Cambios físicos que, a veces, podemos no sentirnos del todo cómodos.
Cambios repentinos del humor o de las emociones que nos cuesta apaciguar porque estamos atravesando sensaciones nuevas en nuestro cuerpo.
Primeras sensaciones de frustración o desamor por un amor no correspondido.
Compararnos con otros y no valorar lo que somos nos genera inseguridad.
Distorsión de la realidad al guiarnos solo por estereotipos o imágenes irreales de las redes sociales. Eso puede traernos severos conflictos de personalidad y emocionales.
Necesidad de pertenecer a un grupo y sentirnos aceptados cuando eso no es lo más importante, sino realmente ser quien sentimos ser.
Momentos de cierto desánimo o depresión y la dificultad de pedir ayuda por no darnos cuenta de esa situación.
Sentimientos de inseguridad ante los adultos o jóvenes un poco más grandes que nosotros.
