Cuenta que en un futuro lejano, la Tierra se rebeló contra el ser humano y, en apenas pocas semanas, las plantas y los animales destruyeron la civilización, cubriendo el planeta de un inmenso manto vegetal, una enorme selva llamada Mannawinard, de manera que nuestro mundo volvió a adoptar el aspecto salvaje de los tiempos de la prehistoria. Los humanos supervivientes se atrincheraron en unas ciudades de alta tecnología, llamadas dumas, y desde allí se dedicaron a atacar sistemáticamente el bosque para hacerlo retroceder.
Siglos después, las fronteras permanecían estables. Las dumas habían alcanzado un alto grado de desarrollo, y con su culto a lo artificial habían creado una sociedad tecnológica en la que los robots hacían todo el trabajo y las megacorporaciones lo controlaban todo. Mannawinard, por su parte, había seguido creciendo, y los humanos que habían aceptado ir a vivir al bosque como salvajes tenían poder sobre la magia, un don odiado y temido en las dumas. Entre uno y otro mundo se extendían los Páramos, la frontera, un lugar contaminado donde nada o casi nada podía vivir.
Podría decir que las escenas tienen la descripciones justas, claras, que te situán en el contexto y permiten que tu mente imagine el resto. Además, su pluma es amena, ya que usa un lenguaje claro, nada rebuscado, lo que hace que sus lecturas sean tan cercanas a un público juvenil.
En resumen, Laura Gallego sabe muy bien cómo tocas la fibra del lector porque, más allá de ser una historia de ficción, lo que trata en la obra puede llegar a ser un futuro no muy lejano y es un llamado a ser conscientes de que nos podemos ver indiferentes ante un desastre que podría estar a la vuelta de la esquina.
Identifica las ideas principales de cada párrafo y escribe los subtemas.