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Sagot :
El proceso de descolonización o de emancipación de las colonias africanas, asiáticas y del Pacífico, de las metrópolis europeas, descrito y analizado por los autores precedentes, dan cuenta de un fenómeno que puede periodizarse en unos 30 años –poco más o menos- desde el fin de la Segunda Guerra. No obstante, algunos argumentan la generación de ciertas tendencias nacionalistas previas, desde principios del siglo XX, que serían el antecedente dentro de las colonias para su desenlace final en independencia, iniciado durante la coyuntura del período entre guerras –la Gran Depresión- y sobre todo la Segunda Guerra Mundial. Esta coyuntura habría sido el trasfondo y el empuje esencial para un avance descolonizador, a raíz de la decadencia de Europa y la emergencia de las potencias anticolonialistas, EEUU y la URSS, y organismos internacionales que avalaban la descolonización, como lo fue la ONU.
Los historiadores coinciden en el factor de convergencia de circunstancias económicas y políticas en el concierto de las potencias europeas, como lo fueron los procesos dados desde 1930, y especialmente entre 1939-1945, que hicieron tambalear las firmes estructuras en las que se sustentaba el imperialismo colonial. En general, se desconoce la trascendencia de los movimientos nacionalistas como factor determinante de las independencias, nos obstante ser un elemento que dio un cariz diferenciador a ciertas emancipaciones o carreras descolonizadoras, como el caso emblemático de la India, corazón, a su vez, del Imperio Británico. Lo principal, que vemos en los trabajos precedentes, respecto de las ideas nacionalistas propias de las colonias, es que éstas no fueron una creación original, sino más bien una utilización adaptada a las realidades particulares, de las ideologías y formas políticas de Occidente. Por lo tanto, estas fuerzas internas no habrían poseído el ímpetu de un movimiento autónomo en propiedad, al tiempo que seguían dependiendo de Europa como modelo modernizador. Ciertos autores, pese a reconocer esta situación no desconocen, sin embargo, la fuerza interna de algunos movimientos que tuvieron un carácter más tradicionalista, y que, especialmente desde la independencia política oficial, actuaron como organizadores de los nuevos estados, rivalizando, tal vez, con el pensamiento más occidentalizado. Sea como sea, las dinámicas entre ideologías más o menos penetradas por lo occidental, son particularidades que no se han tocado en el presente análisis. Por tanto, queda por decir, que la norma general es visualizar la descolonización como un movimiento internacionalista, motivado por coyunturas dentro del capitalismo imperialista que se estaba transformando, tal vez no tanto en su fondo, como en su forma. El dominio del mundo estaría, tras la Segunda Guerra Mundial, liderado por dos potencias que lucharon por la hegemonía ideológica, económica y política, sin embargo, sobre un millar de naciones denominadas soberanas.
El único autor –de los analizados– que expresará la descolonización como un cambio trascendental para la dinámica en torno a la opresión colonial, será Frantz Fanon, el cual claramente antepone una visión teórica por sobre los acontecimientos y dinámicas propias del proceso emancipador. Haciendo hincapié en la voluntad de liberación de los colonizados, Fanon nos abre el tema que vemos tratado por Pastor y por Martínez Carreras, en tanto que el proceso de descolonización, el cual se podría limitar a la declaración de independencia de las diferentes naciones no es, sin embargo, un proceso acabado. Las consecuencias del retiro del dominio imperial serían más trascendentes sobre el denominado "Tercer Mundo", que lo que se produciría en Europa. En última instancia, las consecuencias acarreadas a la mayor parte del mundo otrora colonias de Europa, tras la emancipación, convergerían como un reflejo de los problemas del Tercer Mundo hacia las potencias occidentales y se traducirían, finalmente, en políticas internacionales.
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