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Sagot :
Los vitrales ya eran usados en los templos de la época románica pero llegan a su apogeo en la arquitectura gótica y van generalizándose desde el siglo XIII. Presentan en este siglo, como en el anterior, la forma de mosaico en el fondo, con varios compartimentos o medallones de figuras en serie de arriba abajo, representándose en cada uno algún asunto religioso, histórico o simbólico, pero sin llevar más de un color cada fragmento de vidrio (salvo el esmalte de color gris o negruzco que se añade para trazar algunos perfiles y contornos de figuras). En el siglo XIV, dichos compartimentos se hacen de mayor tamaño, lo mismo que las figuras, las cuales se van situando aisladas dentro de su ojiva y debajo de un doselete y se tiende a imitar con ellas algo mejor el natural, añadiéndoles el claroscuro de esmalte gris y a veces el color amarillo mediante el amarillo de plata. En el siglo XV y principios del XVI, las imágenes son todavía mayores y están como encerradas en templetes góticos, erizados de torrecillas y además de los colores gris y amarillo, añadidos por el esmaltado del vidrio, se introduce a veces el color encarnado, también por el mismo procedimiento y se usan vidrios dobles (incoloro uno y coloreado el otro) para modificar el color del fragmento respectivo.
En el siglo XVI, se elaboran vitrales de una pieza con vidrio incoloro, pintándolas con esmalte gris (grisallas) y a mediados del mismo siglo se inventa el modo de esmaltar de diferentes colores un trozo cualquiera de vidrio, lo que dio por resultado el disponer de vitrales como si fueran lienzos o tablas de pintura economizando así muchos accesorios de plomo para armar las piezas. Esta clase de vitrales mucho menos transparentes y brillantes que los de la época anterior, pertenecen ya al estilo renacentista y se distinguen, además de lo dicho, por la soltura y libertad con que aparecen las figuras desligadas de templetes y combinadas con escudos heráldicos, etc.
Entrado ya el siglo XVII, van sustituyéndose por mosaicos geométricos de vidrios de colores los hermosos vitrales precedentes, desapareciendo así el verdadero arte que tanto brilló en la Edad Media.
Los vitrales historiadas de los siglos XVII y XVIII son sumamente escasos. En el XIX, se imitan las obras de los anteriores con variados gustos, desde el románico del siglo XII al del renacimiento del XVI.
En España, destacan por su antigüedad y mérito los siguientes:
los vitrales de la catedral de León, pertenecientes a todas las épocas del estilo ojival, con otros del siglo XV en las catedrales de Toledo, Burgos, Ávila y Barcelona. del siglo XVI, son notables los de Sevilla y Oviedo y tampoco carecen de interés cuatro vitrales de la iglesia principal de Cervera (Lérida). del siglo XVII, se encuentran algunos de las catedrales de Sevilla y Segovia.Se consideran como los mejores del mundo los vitrales de la catedral de Chartres, seguidos de los de París, Estrasburgo, Colonia, etc. del siglo XIII.
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