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Sagot :
ROMANCE DE JUVENTUD.
Fue en un pueblo tan pequeño
como un cocuyo en la noche;
yo feriaba diez y ocho
Ella cuidaba catorce.
Por las venas nos corria
juventud a borbotones.
La requerí sin palabras
y comprendió mis amores.
Entre silencio y silencio
se oían los corazones
bordando con hilo rojo
la inicial de nuestros nombres.
Tenía la piel morena,
o mejor, como de bronce.
Los ojos, si no eran negros,
de ello pecaban por complices,
y juraria que sus labios
ahogaron dos rebeliones.
La quise como se quiere
cuando se empieza a ser hombre,
sin recortar el cariño
y sin medir las pasiones,
jugando " en paro " los sueños
como si fueran doblones.
Le hable de todas as cosas
de que no hablan los mayores:
De una casita en la loma,
de tardes de arreboles,
de un corredor con baranda
y de un tiple con canciones.
Le referí que la luna
iba de noche a los montes
para platear los yarumos
y consolar girasoles.
Su entusiasmo era un lebrel
detrás de mis invenciones.
Y los dos fuimos felices
sin penas, sin sinsabores,
nos contabamos la vida
como un cuento de colores,
y el corazón era un trompo
con su cuerda de ilusiones.
Más, fuimos los dos creciendo
y nacieron los temores:
ya no creyó en la casita,
ni en la luna, ni en el monte,
y hasta me llegó a decir
! Ah pereza corredores !
Todo nos iba apartando.
Volvió el silencio de entonces.
Entre fastidio y fastidio
se oían dos corazones
bordando con hilo rojo
la fuga de nuestros nombres.
Ya no corría en la sangre
juventud a borbotones,
en mí, la mató la logica,
en Ella, las intuiciones,
comenzamos a pensar
como piensan los mayores.
Resolvimos separarnos,
sin escenas, sin reproches,
nos repartimos los sueños
y también las ilusiones.
Ella se llevó la casa,
Yo el tiple con las canciones.
Fue una historia como tantas,
diez y ocho años y catorce.
Me mintió como mujer,
Yo le mentí como hombre.
El pueblo era pequeño
como un cocuyo en la noche.
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