Respuesta:
Leer el texto del Evangelio de Mateo, en el que se describe cómo se da el nacimiento de Jesús, nos pone en un escenario en el que por fe, los hechos allí descritos son considerados de lo más natural: una joven mujer virgen que de repente está embarazada por obra del Espíritu Santo: normal; un esposo que ante la evidencia de una traición por parte de su prometida, piensa en su reputación (la de ella) y decide un camino de separación que no la perjudique: normal. Un sueño sobrenatural que hace cambiar de parecer al esposo y termina definiendo el curso de los hechos, como parte de un plan mayor de Dios, sin que se cuestione su veracidad o coherencia: normal.
Si bien es cierto que las cosas que no entendemos nos angustian, también lo es que la acción de Dios en la historia humana es “Buena noticia”, que nos ha sido anunciada y que se nos invita a anunciar. Esta buena nueva disipa los temores, desvanece la angustia y nos da confianza para continuar la misión que nos fue encomendada; sabiendo que fuimos elegidos, como lo expresa Pablo a los romanos, por Dios, con amor, para formar parte de su pueblo, ser santos y pertenecer a Jesucristo.
Y justamente de Cristo habla Mateo, recordándonos:
1. Su origen Divino, pues fue concebido por el Espíritu Santo y salvará al pueblo de sus pecados.
2. Su linaje, pues al mismo tiempo que proviene de Dios, es descendiente del Rey David.
3. Su nombre revela su misión: Jesus = salvación.
4. En Él tiene cumplimiento lo profetizado desde antiguo.
5. Es garantía de la presencia de Dios, pues Él es Dios con nosotros.
Así, el relato del origen de Jesús el Cristo, es el relato de la humanidad que es rescatada por Dios, siempre presente. El contexto de su nacimiento es el trasfondo también de nuestra época y por ello, la encarnación no es historia.
