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Cual es la diferencia entre el papado y Martín Lutero

Sagot :

Respuesta:

Esa imagen de Lutero en el Vaticano es una mano tendida, un reconocimiento de que la Reforma tuvo sus razones. ¿Qué también tuvo sus errores, excesos, intrigas e intereses mundanos? Claro que sí, pero los luteranos de hoy…  ¿son buscadores de Dios o meros enemigos de la Iglesia? Si los católicos intentamos ver a los luteranos desde los ojos de Dios -y ellos a nosotros- no veremos a unos enemigos o competidores, sino a unos hermanos que tratan de seguir las huellas del Padre.

Muchas cosas han cambiado en la Iglesia Católica desde tiempos de Lutero, y también los protestantes han recorrido su propio camino. Hoy hay muchos más puntos de encuentro de los que hubo en el pasado, y hay quienes creemos que es bueno fomentarlos, compartir preocupaciones y comentar las diferencias y dificultades.  Porque, si tendemos a un mismo Dios, del que venimos y hacia el que caminamos, a medida que nos acerquemos más a Él, más cerca estaremos unos de los otros.

Explicación:
->En este sentido, me viene a la mente una historia que se narra en el budismo para tratar de explicar por qué el Buda jamás entró en cuestiones teológicas sobre la naturaleza de Dios.  Creo que la última vez que la leí fue en el libro “Sin Buda no podría ser cristiano” de Paul F. Knitter (releyendo el post antes de su publicación, me doy cuenta de que citar esta obra en este contexto es algo así como un acto de terrorismo intelectual, pero no voy a cambiarlo porque pese al shock estético que pueda producir a algunos, su contenido de fondo es importante):

«Hay una parábola a menudo repetida sobre un hombre a quien le dispararon una flecha envenenada.  Ahí está, tendido en la carretera con una flecha clavada, cuando llegan unos amigos a rescatarlo.  Pero antes de que puedan hacer algo, el herido empieza a bombardearlos con toda clase de preguntas: “¿quién hizo esto?, ¿por qué lo hizo?, ¿dónde estaba?, ¿qué clase de flecha es ésta?”.  Suave pero firmemente le piden que se calle.  “Deja ya de hablar.  Tenemos que sacarte la flecha”.  Ese, comenta Gautama el Buda, es su trabajo como ser iluminado: retirar la flecha del sufrimiento de nuestra vida, no responder a todas nuestras preguntas especulativas, me atrevo a decir teológicas.  Es muy fácil que las palabras entorpezcan esa tarea. (…)  Primero haz eso, y después quizá haya tiempo para entretenerse con preguntas».

Ésta, me parece, es la clave del actuar de Papa Francisco. Ante un mundo que va a la deriva porque desconoce a Dios, no le preocupa tanto discutir ahora sobre matices teológicos o cuestiones históricas como animarnos a todos a remar hacia un lugar mejor… Dejando que el ejemplo, el diálogo y el soplo del Espíritu nos transformen -a los unos y a los otros- mientras trabajamos por la construcción del Reino de Dios.

Es tiempo de colaborar, no de competir. Tiempo de compartir, de construir y de redescubrir. Todos estamos en camino, y al final de éste hay un padre que nos espera…  Lleguemos por donde lleguemos… Seamos católicos o luteranos.

Que la cabeza visible de la Iglesia Católica reconozca las semillas del Espíritu que hay en el luteranismo, asuma algunas deficiencias de nuestro pasado y anime a tejer un futuro común no sólo no me indigna sino que me llena de alegría y esperanza.

Pero, claro está, de todo hay en la viña del Señor… Y así lo quiere el Papa Francisco. Él ha decidido tender su mano a los hermanos separados, pero comprende y tolera que dentro de la Iglesia haya quienes no están por la labor. Y, si no, que le pregunten a la Hermandad Sacerdotal San Pio X. La Iglesia es madre, y tiene hijos muy distinto… Pero únicos, siempre únicos.